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Procrastinación

La droga de la procrastinación

Alguna vez te habías planteado ¿qué la procrastinación tiene los mismos efectos que una adicción? Las pequeñas dosis parecen inofensivas a simple vista. Sin embargo el daño infligido al cuerpo se puede ver en el microscopio. Algo así como el famoso veneno de los romanos y los reyes en el siglo XIX, el arsénico. A pequeñas dosis, el cuerpo crea una supuesta aceptación y aumenta la tolerancia. La persona parece estar más radiante y en mejor forma, pero internamente el daño va expandiéndose de forma continua.

Analizaremos y entenderemos algunos conceptos de la psicología cognitiva, así como la química de los venenos, nos pueden dar herramientas para prevenir los efectos negativos de la procrastinación. Por supuesto que no todo lo que tengo que ver con la procrastinación es malo. En todo caso, aquí nos limitaremos a aprender trucos y herramientas que nos ayuden a gestionarla mejor

Al igual que muchos procesos de nuestra vida, la procrastinación tiene sus rutinas, sus reacciones habituales por las que el cerebro atiende estas señales. Es muy común que estas reacciones busquen ofrecer un instante de placer. Con un poco de entrenamiento, ciertas señales pueden ayudarnos a luchar contra la procrastinación. 

Los hábitos 

Muchas actividades diarias se realizan en modo automático, puesto que son el resultado de la experiencia. Lo veremos con un ejemplo: La primera vez que se monta en bicicleta es aparentemente difícil. Estamos en modo alerta y concentrados, mantener el equilibrio, mirar el camino, pedalear y maniobrar, todos los sentidos presentes. Después de algunas caídas, de controlar el nerviosismo, se logra hacerlo sin mayor dificultad. 

Con algo de práctica, nuestro cerebro ya ha codificado las etapas y lo hace sin pensar, en modo automático. Es así de fácil como los hábitos, son el mecanismo de economizar energía. Esto permite liberar la mente para otras actividades. Si vas al trabajo en bicicleta, de seguro durante el trayecto vas pensando en la reunión o en un proyecto. 

Una de las mayores ventajas de los hábitos es que no necesitamos concentrarnos en ellos. Sin embargo, lo que no podemos perder de vista es que estos pueden ser buenos o no. Ya comienzas a ver cómo se relaciona la procrastinación con una adicción. Al fin de cuentas, una adicción es simplemente un hábito negativo.  

¿Cómo se crean los hábitos?

Los hábitos son mini procesos que van diseñando nuestro estilo de vida, en todos los aspectos. Revisa tu semana y verás como hay mini procesos que repites a diario y a la misma hora. Esos son tus hábitos y el conjunto de ellos, tu estilo de vida personal, laboral, relacional, salud, financiero, así con cada aspecto de tu vida. En la literatura encontrarás entre 8 y 12 aspectos de la vida. Identifica los tuyos y revísalos, recuerda la sabiduría de los refranes, dime que haces y te diré quién eres. 

Los siguientes 4 elementos componen los hábitos:

  • La señal: lo que activa el modo automático. Suele ser algo muy simple como un texto, un elemento de una lista de tareas, un pensamiento, etc. No es en sí la señal lo que importa, es la reacción que genera. 
  • La rutina: la reacción automática, es decir, la respuesta habitual del cerebro frente a la señal. Las reacciones pueden ser buenas, o no, también neutras.
  • La recompensa: los hábitos se mantienen en el tiempo porque se encuentra en ellos una gratificación. Ese sentimiento inmediato de placer, es importante de recordar la palabra inmediato. Aún más en esta sociedad actual de la inmediatez. 
  • La convicción: Esta es muy potente, ¿Preparados?. Los hábitos nos dominan a través de las creencias que tenemos sobre ellos. Si queremos cambiar nuestros hábitos, nuestra vida, tenemos que transformar nuestras creencias subyacentes.

El hábito de la procrastinación 

El hábito de procrastinar tiene un efecto de alivio inmediato, pero los efectos secundarios son molestos. De igual forma, más fuertes de gestionar porque la incomodidad crece. Para temas prácticos más tareas o actividades y menos tiempo. Lógicamente, cada vez se hace más difícil abordar las tareas pendientes y complicadas, pues requieren de más esfuerzo y concentración. 

Al permitirnos un alivio inmediato como por ejemplo: hacer algo que nos gusta o que se nos facilita. Una tarea recurrente que hacemos sin pensar, tomar un café con los colegas, o una pausa para ver un capítulo de una serie, o ver las redes sociales. Esto hace que por un momento corto de tiempo nuestro bienestar aumente. 

Hacia el final del día nos atacamos esa tarea que hemos evitado. La carga acumulada, el cansancio y la presión de las pocas horas restantes, nos demandará un esfuerzo mucho más grande. Lo viviremos con cierto dolor porque se nos hace una actividad muy pesada o casi imposible de realizar.

Hasta aquí tenemos las claves del por qué la procrastinación es fácil de desarrollar. Atender algo que nos produce placer, es una recompensa simple y fácil. En este sentido, tenemos que encontrar recompensas para los buenos hábitos. y de este modo, escapar a la procrastinación.

Aprender a evitar la procrastinación 

Los buenos aprendizajes se hacen poco a poco. Esto garantiza una red neuronal sólida que con el uso entra en modo automático. El modo automático se hace una vez se ha creado el hábito. Por esto, con la creación de algunos hábitos con los 4 elementos vistos, podremos modificar nuestra vida.

Es cierto que muchos hablan de la voluntad para tener buenos hábitos. La voluntad es una gran virtud, pero a la hora de construir hábitos no es la más eficaz. Esta demanda muchos recursos neuronales, de base va en contra de la economía de energía. Así que admiramos la voluntad y felicitamos a los que la tienen, pero en esta ocasión no será nuestra aliada.

Educar la mente

Una de las formas más eficaces para utilizar las técnicas mentales es que estás sean motivantes y estimulantes. La emoción es lo que nos impulsa a pasar a la acción y la recompensa de nuestro esfuerzo lo que nos motiva. Es decir, debemos aprender a programarnos en un lenguaje positivo e incluir pequeñas recompensas. Claro, al final de cada pequeño logro. Es educar nuestra mente y la recompensa es un excelente motivador. Aprendamos a escogerlos bien. 

Programar nuestras acciones diseñando el proceso, pero no enfocándonos en el resultado. Si nos concentramos sobre el producto final, la tarea se hace gigante. Dividir la tarea en pequeños esfuerzos, nos ayudará a avanzar y a motivarnos. Estructurar el proceso, con pequeños hábitos, poco tiempo, todos los días y con foco. 

Una forma de centrarse en el proceso, es usar la herramienta Pomodoro. Esta consiste en trabajar concentrado durante 25 minutos, seguida de una pausa. La idea central es comenzar e ir avanzando sobre la tarea en periodos cortos de concentración. Cuando nos focalizamos en el proceso, nos autorizamos a hacer sin juzgar y sin pensar en el resultado. Y lo mejor, el trabajo se realizará en tranquilidad.  

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